Si analizamos la famosa violencia de los arianos descubriremos que este signo suele ser agresivo, en primer lugar, cuando un obstáculo se interpone en su camino. Para comprender este concepto imaginemos a un carnero, el animal simbólico de Aries, corriendo por el campo, llevado por el instinto sexual o por el deseo de saciar el hambre. Frente a un alambrado, no se detendrá a pensar por dónde podría dar un rodeo. Sería ridiculo que lo hiciera e igual de ridículo le resultaría a un ariano dar un rodeo para no resultar agresivo: arremete contra los obstáculos simplemente porque no los ve.
Por eso puede suceder que, después de haber hecho o dicho algo, el ariano caiga en la cuenta de que hubo alguien que se sintió herido.
La otra situación que lleva a Aries con muchísima facilidad a la violencia es la confusión, la indefinición o la ambigüedad. La suya es una naturaleza simple, directa y sin vueltas: si puede llegar a resultar muy violento, nunca lo es intencionalmente. El actúa con sinceridad, franqueza y sencillamente no calcula los posibles daños que puede llegar a causar. Si se siente oscuramente amenazado, si percibe segundas intenciones, si no logra comprender que es lo que quiere el otro, simplemente corta por lo sano: se va, en medio de un gran estallido de cólera. Su interlocutor entonces puede sentirse profundamente violentado y quedarse durante mucho tiempo masticando el rencor. Pero el ariano no demorará mucho en calmar se, olvidar la situación y simplemente seguir su camino.
Por eso puede suceder que, después de haber hecho o dicho algo, el ariano caiga en la cuenta de que hubo alguien que se sintió herido.
La otra situación que lleva a Aries con muchísima facilidad a la violencia es la confusión, la indefinición o la ambigüedad. La suya es una naturaleza simple, directa y sin vueltas: si puede llegar a resultar muy violento, nunca lo es intencionalmente. El actúa con sinceridad, franqueza y sencillamente no calcula los posibles daños que puede llegar a causar. Si se siente oscuramente amenazado, si percibe segundas intenciones, si no logra comprender que es lo que quiere el otro, simplemente corta por lo sano: se va, en medio de un gran estallido de cólera. Su interlocutor entonces puede sentirse profundamente violentado y quedarse durante mucho tiempo masticando el rencor. Pero el ariano no demorará mucho en calmar se, olvidar la situación y simplemente seguir su camino.